Qué feliz está la gente y yo estoy tan triste.
Hay más palabras que se esconden tras nuestros cuerpos y que nuestras mentes no pueden leer. A veces, tan sólo por un instante, parecen mantenerse en el aire como una vibración negativa, pero no están, porque nos esforzamos por ser humanos, y aunque sabemos que algo no va bien callamos, callamos como una puta a la que han enseñado a cerrar su boca y abrir sus piernas, sabemos que nos equivocamos y, aunque esta vida tiene fecha de caducidad, insistimos en ignorar que ese fantasma aún sigue por todas partes. Corremos un riesgo predestinado al fracaso. Y es cierto, realmente algo no va bien, lo not